Desmitificando la "Alergia" a la Lactosa

La alergia y la intolerancia son respuestas del cuerpo a sustancias específicas, pero difieren en sus mecanismos y efectos. La alergia implica una reacción del sistema inmunológico a una proteína específica, la mayoría de las veces y  en este caso a las proteínas de la leche. Por otro lado, la intolerancia a la lactosa se debe a la falta de una enzima llamada lactasa, que es esencial para descomponer el azúcar de la leche (lactosa) en el sistema digestivo y que pueda ser absorbida.

El diagnóstico preciso de la intolerancia a la lactosa es crucial para gestionar adecuadamente la condición. Los profesionales de la salud pueden realizar pruebas específicas, como la prueba de hidrógeno en el aliento o la prueba de intolerancia a la lactosa, para confirmar la falta de lactasa. Este diagnóstico permite implementar estrategias dietéticas y de tratamiento para minimizar los síntomas.

El tratamiento de la intolerancia a la lactosa generalmente incluye la limitación del consumo de productos lácteos o la incorporación de enzimas de lactasa en la dieta de forma puntual si es necesario. A diferencia de las alergias alimentarias, que requieren evitar por completo el alérgeno o realizar terapias de desensibilización si lo recomienda el alergólogo, muchas personas con intolerancia a la lactosa pueden disfrutar de productos lácteos en moderación con las medidas adecuadas.